martes, 6 de febrero de 2007

¿LAS HOJAS MUERTAS?

El otro día en un viaje que realice por el Sur de la Argentina pense una cosa muy extraña. En las montañas, cerros o elevaciones que forma la tierra en esta parte del mundo se hayan infinidades de árboles, plantas, vegetación común y silvestre.
Algunos árboles sin hojas ya, sin su abrigo. La loca idea que les quería brindar a ustedes es que si todas las hojas que mueren día a día se transformaran en humanos no podriamos vivir. Por dos motivos, seriamos demasiados y no podríamos respirar.

INTENTO DE SER SONáMBULO

No tengo sueños, tengo metas tal vez. No me cuesta dormirme, salvo cuando comienza a amanecer porque me molesta la luz. Pero si me cuesta al despertarme recordar lo que soñé. Nunca pero nunca me acuerdo de nada.
Yo creo que lo compenso con soñar despierto, que lo hago siempre. Continuamente me pregunte que soñara una persona sonámbula cuando se desplaza con esa imágen que todos tenemos con los brazos alzados, las muñecas vencidas, la nuca más cerca de la médula y con los pies deslizándolos por el parqué plastificado. Tal vez sueñen que están actuando como sonámbulos.
La próxima vez que me duerma intentare soñar que soy sonámbulo y que deambulo por un bulo.

sábado, 3 de febrero de 2007

Caminar sin chocar.

Este, tal vez, sea uno de los males que me aquejan desde toda mi vida, desde siempre. Camino por la calle saliendo a algún lugar o entrando. Y en mi paso a veces ágil y a veces sin pensar en nada me enfrento a algún humano.
Cualquiera sea su condición, hombre o mujer, viejo o joven, grande o chico; como se les ocurra a ustedes. Cuando yo camino puedo divisar una línea transparente que marca el camino por el cual me traslado.
El problema es cuando esta línea se une con la de los demás. Uno se choca rápidamente con otra persona que o va ágil o sin pensar. Y allí se produce una pausa sostenida y la fragmentación del camino.
Ese, es el punto en donde radica mi gran conflicto. Cuando comienzo con mi nueva trayectoria yo no soy el único. La otra persona hace lo mismo que yo. Y siempre tengo la desgracia de que rearmamos el camino igual y nos chocamos.
De ahora en más, si mi línea se sumerge en la tuya, ve para la izquierda. Yo iré a la derecha.