domingo, 27 de abril de 2008

Las sombras.


Seguía en un piso veintidós de un edificio de Buenos Aires. Ya no contemplaba absolutamente nada.
Las sombras de mis alrededores fueron la vaga excusa de este porteño para intentar explicar algo inexplicable hasta este momento.
Había pocas estrellas en el cielo negro que no sufría ninguna modificación con las mínimas vacilaciones estelares que poseía.
Pero ya no podía seguir más, y ahora mucho menos pensar en el futuro de la naciente mentira que se especulaba de mi vida.
El viento riguroso me llevaba a la sorpresa que necesitaba buscar. Veinte pisos abajo viaje. Las pocas estrellas no viven en el pavimento ajado con el que acompeñe el fin de la mentira. En sombras ya no puedo mentir más.

miércoles, 9 de abril de 2008

La guerra lúdica. (carta dos)

Ginebra, 14 de junio de 1986.
Mí estimado Florencio Descotte: Estoy rodeado de cartas tuyas de julio y febrero del año pasado y ahora en junio, llego la nueva. Traté de no preocuparme, de pensar que el correo fuera el culpable y que pronto leería noticias tuyas y de Carolina.
Las cartas no son de mi mayor agrado y tú lo sabes. Sin embargo cuando me leyeron tu nombre (un poco tarde, mejor dicho demasiado) no dude un solo instante en leerla. La verdad me dejaste totalmente atónito con el aviso de tu maldita enfermedad. Sobre la fecha de mi vuelta todavía no te digo nada, porque no puedo fijarla con precisión. Estas de nuevo en París por lo que nuestro encuentro será más cómodo para el viaje. Si puedo iré por una semana a Italia a visitar una facultad y regreso a mi padre patria, la vieja Suiza.
En total, conferencias y viajes no me llevará mucho más que un mes. Vale decir que a mediados de noviembre, salgo para allá o quedo esperándote, tal como resuelvas tú. Este viaje, para nosotros tan largo, para mi salud, alma, etcétera, ha sido necesario. Creo que en Buenos Aires iba por mal camino: cansancio, vejez, nervios, enfermedad y el recuerdo de mi madre. Me saqué todo eso de encima. A veces me asombro de no estar cansado. Cuando me acostaba del lado derecho, me dolía el hígado. Ahora duermo del lado derecho o del izquierdo, o como quiera, y me despierto sin dolores. Hace tiempo que no me sentía tan desentumecido y sano.
Sin embargo no creo que me queden muchos años más de vida, mi cuerpo pide paz. Si tu enfermedad no te permite realizar tus diversas tareas del club y demás, hazme el favor de instruirte un poco mas en el ajedrez así por lo menos se me dificulta la partida. Encargo el coñac belga para tu bienvenida. Espero que me ganes o por lo menos llegues a la tabla y que no te embriagues. Tengo ropa contra el frío. Un saco largo de cashmere, azul opaco. Me voy a cambiar, y si la carta tiene alguna falta grave, sabes que no fui yo. Te extraña tu querido amigo G. A.

La guerra lúdica. (carta uno)

Montparnasse, 12 de febrero de 1984.
Querido Georgie Acevedo: Esto no es una carta, es una tortuga. Me escribiste el 20 de septiembre, y ya ves cuando te contesto. Pero las tortugas siempre tienen explicaciones que ellas consideran satisfactorias, y ahí va la mía, que como si fuera poco es verdadera y más bien triste. Enjuago una lágrima y te digo que estoy bastante enfermo, cosa siempre escandalosa entre los humanos.No se si María y Lucas se dieron cuenta cuando nos cruzamos en Segovia, pero ya en esos días de septiembre yo estaba haciendo grandes esfuerzos para salir del paso, y la verdad es que no lo conseguí a pesar del afecto y la amistad de todos los que me rodeaban. Una enfermedad misteriosa y estúpida me persigue desde hace cinco meses, cobrándome un kilo de peso por mes, lo que no es poco en alguien que los tiene contados.Pero lo mismo quiero estar presente (¡yo, que nunca fui a Suiza!) y será para mí la mejor medicina simpática y telepática posible. Espero poder salir del trance gracias a los efluvios magnéticos que me llegarán desde nuestra charla. Tantas veces te prometí que iría a conocer tu casa, ya no me atrevo a insinuar nada en este sentido. Georgie esperaré alguna copa de tu riquísimo coñac y alguna reñida partida de ajedrez. Ahora tengo que entrar en el hospital por varios días. Pero el deseo sigue hondo, y yo se que un día desembarcaré en Ginebra y que nos veremos.¿Me perdonas que termine acá? Se me acaba pronto la tiza en estos días. Pero no el afecto ni el recuerdo. Mis mejores cariños espero que llegue lo más rápido mi correspondencia. Y un abrazo para ti de Florencio.
PD: Te compre en una feria de Lisboa un tablero increíble con piezas de mármol muy bellas, espero que te gusten.

explicacion.

Vengo sin escribir hace mucho. Este cuento es un desafío porque sino siento que escribo todo igual. Sera hecho por entregas espaciadas todo en cartas. No doy el argumento para no quemarlo y espero que les gusta la idea y el formato, cuando se temrine dare la verdad de todo. Tambien tal ves en el medio de este texto suba los textos tradicionales de cuentos y/o Natalias.