sábado, 21 de abril de 2007

¿Tenes?

Si tenes hambre no hay nada mejor que comer. Si tenes frío no hay nada mejor que abrigarse. Si tenes sueño no hay nada mejor que descansar. Si tenes curiosidad no hay nada mejor que preguntar. Si tenes amigos no hay nada mejor que disfrutarlos. Si tenes tiempo no hay nada mejor que aprovecharlo. Si tenes desafíos no hay nada mejor que arriesgarse. Si tenes talento no hay nada mejor que regalarlo. Si tenes convicciones no hay nada mejor que sostenerlas. Si tenes ambiciones no hay nada mejor que concretarlas. Si tenes miedos no hay nada mejor que enfrentarlos. Si tenes libertad no hay nada mejor que contagiarla. Si tenes alegría no hay nada mejor que exhibirla. Si tenes enemigos no hay nada mejor que respetarlos. Si tenes opuestos no hay nada mejor que mantenerlos. Si tenes amor no hay nada mejor que ejercitarlo. Si tenes todo puede ser que algo te ande faltando.

Nace y muere.

Un dios nace, un dios muere.
Una mujer nace, una mujer muere.
Un hombre nace, un hombre muere.
Una pareja nace, una pareja muere.
Un niño nace, un niño muere.
Una familia nace, una familia muere.
Un viejo nace, un viejo muere.
Una compañera nace, una compañera muere.
Un juego nace, un juego muere.
Una fantasía nace, una fantasía muere.
Un silencio nace, un silencio muere.
Una distancia nace, una distancia muere.
Un lamento nace, un lamento muere.
Una fiesta nace, una fiesta muere.
Un recuerdo nace, un recuerdo muere.
Una felicidad nace, una felicidad muere.
Un deseo nace, un deseo muere.
Una metáfora nace, una metáfora muere.
Un milagro nace, un milagro muere.
Una guerra nace, una guerra muere.
Un sentimiento nace, un sentimiento muere.
Una palabra nace, una palabra muere.
Un pensamiento nace, un pensamiento muere.
Una margarita nace, una margarita muere.
Un horizonte nace, un horizonte muere.
Una lluvia nace, una lluvia muere.
Un corazón nace, un corazón muere.
Una respuesta nace, una respuesta muere.
Un personaje nace, un personaje muere.
Una hormiga nace, una hormiga muere.
Un mundo nace, un mundo muere.
Una disculpa nace, una disculpa muere.
Un vendaval nace, un vendaval muere.
Una ciudad nace, una ciudad muere.
Un destino nace, un destino muere.
Una furia nace, una furia muere.
Un desliz nace, un desliz muere,
Una perdida nace, una perdida muere.
Un amor nace muerto.

Metaforica distancia.

Son marionetas unidas por los hilos del destino,
creaciones incompletas sosegadas por el tiempo,
misterio y criterio de mentes brillantes,dementes brillantes...
Desconocidos hasta de ellos mismos
respondiendo falsos interrogantes de vida en pañales,
sabiendo que ellos solos son el destino,
sin conocer a ciencia cierta de su existencia.
Tan sólo el espejo transparente da cuentas a sus molestias,
la careta no cae al suelo ni siquiera cuando se desnudan,
las ventanas juegan con ellos el papel de una puerta entreabierta,
incitan a su inspiración, a su creatividad,
a tirarse y matarse de una forma estúpida.
Quizás se encuentran ahogados en recuerdos inherentes,
tal vez sucumben ante sus viejos instintos
tan sólo remarcan las heridas bordadas suavemente.
El inocente niño aclamó, "Ya no me prestes más atención"
"Deja de jugar conmigo" replicó la niña,
y entre risitas burlonas, juntos y en silencio
decidieron empezar a transitar el angosto camino
uniendo las palabras distantes
compartiendo lo que juntos compartirían.


Esto a sido una creación de la señorita Victoria amiga que
el destino me puso frente a la nariz y no desaprovechare.
Y la humilde y escueta idea de quien les escribe en este blog.
La chica vintage como siempre una de mis musas, besos afectuosos.

Un tal lucas, mi primer capitulo.

Lucas:
Soy humildemente soberbio.
Soy generosamente avaro.
Soy moderadamente lujurioso.
Soy pacientemente colérico.
Soy templadamente goloso.
Soy bondadosamente envidioso.
Soy activamente perezoso.
Soy esto y mucho más, pero lo demás no lo conozco todavía.

Corazón con agujas.

Todas las personas tienen corazón, por más que algunos pareciera que no lo tienen. Sin lugar a duda es la máquina más perfecta y apasionados del ser humano.
Algunos corazones son vigorosos, fuertes, ruidosos, grandes y molestos. Otros en cambio son débiles, insulsos, discretos, chicos y molestos también. El corazón es uno de los objetos más conocidos y vulgares de este mundo, es nada más y nada menos que el reloj.
Los relojes habitan por todas partes, laten por ahí aunque no lo veas. Desde la distancia mas complicada de vencer, que es de la mesa de luz de uno y su propia cama hasta lugares públicos como oficinas, canchas de tenis, carteles publicitarios en avenidas (son eléctricos) o bares del centro entre otros.
Yo por lo general uso el reloj en mi mano izquierda, desde hace años que solamente se muere cuando me voy a bañar ya que no es sumergible y si lo fuese, la correa que lo sostiene a mi muñeca al humedecerla se pudriría y moriría.
Por lo general la gente usa el reloj de mano en la mano contraria con la cual se escribe o se es más dúctil, aunque como toda regla, siempre hay gente que las distorsiona y las rompe.
Entonces, la gente que usa relojes de mano en la mano que es más dúctil y escribe es un degenerado que además nunca será aceptado por la gente de mi mundo.

sábado, 14 de abril de 2007

Guerra.

Es triste pero es la cruda realidad. La invasión fue sorpresiva hasta que uno se acostumbra e intenta convivir con la misma.
Los pequeños aviones negros, verdes y algún que otro camuflado no dan respiro alguno. El ruido en las noches es aterrador, despierta hasta los muertos. La sangre por momentos se detiene en el cuerpo y gotea por las venas. La desesperación que genera no se puede expresar en ninguna palabra, simplemente desesperación.
A cualquier lado que vayas te estarán esperando, no se puede escapar de ellos. Cuando los pequeños aviones se quedan sin combustible descienden de las alturas del techo y succionan todo el combustible del cuerpo que se haya rendido en su cama por las noches.
Uno dormido, se despierta, se desvela, insulta al aire porque fue atacado y comienza la intensiva búsqueda de alguno que se haya alejado de la cuadrilla para aniquilarlo. La guerra no debe ser contestada con sangre, pero este es un caso especial y por ello doy permiso a que respondan.
Les recomiendo que lo hagan de forma silenciosa, sino el resultado no sera favorable. Si logra tenerlo entregado, no dude, ejecute un golpe certero. Si lo destruye vaya a la cocina y busque un trapo para limpiar la gasolina que despidió el avión por su ataque.
Por último, no use repelente porque ahora les agrada y daña a quien lo oprime y no a quien reprime.

lunes, 9 de abril de 2007

La viuda.

Como todas las tardes Norma Toledo, la viuda de los colectivos, subía al 60. Antes de pisar el primer escalón, miró de reojo al chofer para ver si lo conocía. Viendo que no, lentamente separó las rodillas para emprender la escalada. Lo saludó gentilmente y le pidió el mínimo importe para el viaje. Cuando la máquina marcó los setenta y cinco centavos introdujo la moneda de un peso que siempre era falsa. La tragamonedas no la tragó y la escupió en todas las oportunidades.
Allí empezó a levantar la voz contra el banco que supuestamente le había dado la moneda falsa. Revoleando los ojos para que alguien se afligiera. Buscando en su pequeño monedero alguna moneda, pero da la casualidad que nunca tenía. Siempre un hombre se paraba de su asiento y le ofrecía una moneda. Ella se sonrojaba, le agradecía y lo seguía hasta donde estaba sentado.
Luego el hombre para demostrar que era más caballero aún, le extendía la mano indicándole el asiento. Pero ella decía que era demasiado, y lo dejaba sentarse. No era necesario, ya sabía que el viaje era gratis. Eso sí, no paraba un solo segundo de hablar con ese hombre que siempre era apetecible para ella. Le volvía a hablar mal del banco pero no podía mantener la mirada en los ojos ajenos.
El discurso que le proseguía siempre variaba dependiendo del clima. Si llovía hablaba de su padre, ya que era ingeniero agrónomo especializado en hidráulica, lo recordaba con tristeza en la cara. Ella le contaba que su padre había anunciado treinta años atrás que Entre Ríos algún día se inundaría y así dejaría de existir. Si el día era soleado se las agarraba con el presidente de turno, además de enfadarse por su alergia al febo.
En cambio si solo estaba nublado directamente no subía al colectivo, no tenía tema de conversación. Asfixiaba cada vez más su rosario de plástico color rosa y rezaba alguna plegaria para que comenzara a llover o se despejara por completo. Y cuando alguna de las dos posibilidades se lograba subía relajada para dar su sermón.
Norma es muy ágil para hablar y no le importa la opinión ajena. El hombre se perdía mirando por la ventana buscando la escapatoria más cercana. Ella sabía que eso siempre sucede y se hizo la que no tenía nada más que decir.
Sacó de su cartera marrón de piel de camello un libro que paradojicamente se llama Los manipuladores e intentó leer en las penumbras del viaje. Lo hizo con los ojos casi cerrados, se olvidó los lentes en la mesa de luz, como siempre. Se cansó y dejó de leer. Bostezó siete y a veces ocho veces y si en el viaje la empujaron no deja de mirar al joven atrevido.
Sus piernas son lo más destacable de su cuerpo, llevaba siempre polleras que permitían ver nada más los tobillos pálidos además de su bolsa de almacén con una manija de goma de menos, que solo contenía aire.
Tiene unos rulos muy apretados, llegarían a la cintura o más abajo si los matara, pero no pasan la pera. La viuda de los colectivos baja justo enfrente del Hospital Militar.
Como todos los días cruzó la avenida Luis María Campos y entró por la guardia. Subió una rampa de goma gris con pequeñas hendiduras y llegó al primer piso. Su marido era militar y había muerto en ese hospital. Hacía solo tres años de su muerte.
La viuda de los colectivos emprendió las tres vueltas que da todas las noches. Elige recordar el olor a las vísceras de la muerte que el aroma a vida que llevaba su marido. Salió solloza y se dirigió a la próximo parada del colectivo para regresar a su vivienda.
Antes de usar monedas falsas en los colectivos, la mismísima viuda del colectivo había sido la viuda del hospital.


domingo, 1 de abril de 2007

Las luces.

La noche era pesada, oscura como pocas veces se da. Parecía que se acercaba el afamado "diluvio universal", pero no. Nada mas alejado a eso.
El cielo era completamente negro pero no estaba encapotado, no se aproximaban tormentas, sino que en el cielo no había una sola estrella.
Estaba en un piso veintidós de un edificio en Buenos Aires y allí se podía contemplar más de cerca que en ningún otro lado. Las luces de los alrededores son la vaga excusa de los porteños para explicar algo inexplicable hasta este momento.
Las luces de todos los tamaños y colores imaginables, dependiendo de las mismas, se veían desde ahí. Si uno sacara una fotografía desde esas alturas podría demostrar para los que no tienen la posibilidad de apreciarlo, lo siguiente.
Las luces de las habitaciones sin gente de los edificios, las luces de los veladores para los niños que tienen miedo a la falta de la misma, las luces de los faroles que están acompañados de moscas, mosquitos y otros insectos que se juntan a bailar en las noches y las luces potentes de color rojo intenso para llamar la atención de los aviones y asustarlos.
Pero aquí va lo que ustedes están esperando. ¿Por qué no están las estrellas desde hace días en la ciudad? ¿Por qué con una noche tan digna y adorable no se deslumbra una mínima luz blanca de algún astro por lo menos?
La respuesta es fácil. Las estrellas no quieren salir porque están simplemente celosas y con toda razón.