jueves, 1 de noviembre de 2012

Balcón (en la galería del museo)

Te busco y te pierdo en la galería del museo entre lienzos secos y esculturas de nivel subjetivo. Mejor dicho y para ser extremadamente exacto nos veremos en el balcón (oscuro, por la noche, nos encontraremos, donde sabes, un beso y amor) que nos permite observar envidiosos la facultad de derecho situado en la poluta avenida Figueroa Alcorta. Luego se disuelve, apenas en el fin, el azúcar morena en un mordisco con cenizas de relámpago. Otro maldito intento. Una nueva mañana. Hoy y después los gestos se pierden entre la arquitectura sin discusión por clásica. No incluyo tu sonrisa que se mantiene como mi única verdad. Impenetrable. Hiciste un aspaviento (espamento en la vulgaridad que hoy nos rodea como roedores sucios) tan violento y parecido a una falsa reflexión. Nos sumergimos en un presagio que se vuelve una inevitable ilustración de una remera mal estampada. Y la caricia minuciosa de tu mano me sofoca al mismo tiempo que me seduce. Pensaba mucho si valía la pena decirlo o no. De todas maneras tú eres el que tiene que juzgar. Hacer coincidir a dos es un problema. Me dio un poco de lástima esto último que tuve que decir. Me iba a poner a llorar, me surgieron ganas incluso, pero primero hay que afeitarse y ser decente. El cuarto quedará otra vez libre y limpio (manera de decir). Sin éxito alguno me callo y muero de entusiasmo. Ahora, liviano, natural y mediocre. Quizás puro de memoria y ligeramente alérgico. Las  sombras que fuimos se tropiezan pero igual ríen con dulce atrocidad. Seremos similares a las cucharitas de metal que desdibujan destellos de una porcelana barata y de épica solemnidad. Recuerdo y me maldigo al instante de la acción cruel. Recuerdo y entiendo que la gente de mi edad no me entiende. Mi destino último y gran recompensa (equivalente) sería llegar a la meta y encontrar lo que siempre busque. Lo que no conozco (puede no existir jamás). Con desenfado de rey lo digo. Tiembla la mano irónica y se aproxima a un eje descarriado que no se podrá ver. Igual lo coherente y armonioso no sucede. Profundamente me convenzo de ello y para ellos. Comienza la clausura de un ciclo que arrancó y no terminará. Mi proceso mental me cansa y la reacción es su sentido de segunda parte que no vale la pena porque ya existió. No sigo las instrucciones cariñosas de los estandartes caídos de la facilidad del modelo técnico que es simplemente una continuación. No hay que tomar el impulso sino cortar y arrancar otra cosa. Señor lector esto aquí termina y usted debe empezar a…


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