Escupía a borbotones la sangre que salía entre sus dientes. El martillarse la flecha en la sien no fue la mejor idea para matarse. La agonía duro más de lo esperado.
La sangre se detuvo, luego comenzó a reír y cantar. Se miró en el espejo y no se reconoció. Se puso a llorar. Se desnudo. Se quito el disfraz y se puso el que lleva todos los días.
La sangre se detuvo, luego comenzó a reír y cantar. Se miró en el espejo y no se reconoció. Se puso a llorar. Se desnudo. Se quito el disfraz y se puso el que lleva todos los días.
2 comentarios:
Esto me gusta, ja. De disfraces y caretas, de heroes y muerte. Un beso al autor, te quiero, jaja.
Ese final es muy Cortázar.
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