sábado, 9 de junio de 2007

Carbón.

Mi culo pesado se sentó sobre el frío y cortante pedazo de madera blanca que no es mas que una boca de peje rey. Ya acomodado desplegué el periódico como si fuera una sabana manchada sobre mi cuerpo. Los pelos de los muslos y antebrazos se crisparon por segundos. Los pies se cerraron como albóndigas y no como las típicas empanadas calabresas de la región. Las mariposas de la panza comenzaron a escupir sin reparo en mi, toda la sal y el azúcar. El tercer ojo se abrió vomitando sostenido aunque aveces se ahogaba. Recobraba fuerzas cerrándolo, se volvía a abrir y el empujón del espíritu que lo precedía era mayor que el inicial. El agua turbia no cesaba y al chocar con la saliva de la boca salpicaba para todos lados ensuciando mi culo, mi cuerpo, mi sabana y mi honor. ¿Todo esto hay que vivir por no comer un insignificante diamante de carbón?.

3 comentarios:

Jimena Arnolfi dijo...

Estás muy cortazariano. Me gusta esta manera de contar. Beso.

Gonzalo dijo...

"culo pesado"

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Lighten Angel dijo...

Te diría que no te encasilles tanto en un autor. Aunque supongo que para vos es un halago que te digan que estas muy cortazariano, jaja. ¿Te imaginas cuando digan "estas muy vos"?. Sin animos de ofender, yo te prefiero a vos contando.
Un beso grande, y muchos cariñitos.