domingo, 27 de septiembre de 2009

Natalia, sus inclemencias

Esconderse ya no era tarea tan sencilla, ni volver a empezar. De hecho el hecho de esconderse era ya un síntoma que no la conformaba. Desecho: no le importaba ser ya más una mínima forma de autodestrucción.
Nunca logró sentirse peor que una vaga verdad austera en lo incongruente de un pedazo de su alma aquejada por las inclemencias del tiempo que ajeno, siempre ajeno, es recuerdos de momentos preciados. Aceptando que siempre las tormentas pasajeras sin equipaje entre las manos de Natalia complican las cosas.
Y así y todo lo volvía a hacer. Lo volvía a arder. Lo volvía a haber. A repetirse, incalculablemente, en formas disímiles pero con un mismo fondo de ojos. Con la misma lágrima que bordeaba el mismo surco rozagante. Qué tranquila que me quedo cuando el corazón está latiendo siempre en el mismo lugar. Y que el miedo no llega tan rápido ahora también es un descanso activo. Y si sentís que las cosas están mal es lógico porque el pensamiento negro es así. Reposo absoluto. Bolsa de dormir para relajar las alas.
Sabés Natalia que cantar te hace bien con la casa vacía y la almohada volviéndose humedad por la presión de la boca que se mueve despareja sobre la vieja funda. Que reír tímidamente es un mecanismo de defensa a la defensa de ser feliz con las defensas bajas.
Que pensabas en tomar mate pero desistís cuando sabés que el hervor va a romper el silencio opaco de la cocina a oscuras y esperás a la pava que reclame a gritos calvos de agudos inimaginables porque el fuego se termine, porque la quemadura de primer grado será de segundo, porque te aturdís. Té con limón sin semillas, por favor. Edulcorante aunque sé que los orientales no agregan aditivos dulces a infusiones. Soy solo china cuando me despierta un niño lloriqueando en el medio de la siesta sagrada.
Y el cielo es verdad que te mira, me mira, nos desea y siente que con llorar un poco lo miramos a él. Y que la luna llena es tu estado de magia fugaz en consecuencia a que la noche es tu estado de pureza absoluta. Y que el sol es el guiño que necesitás para abrir los brazos lo más amplio posible para así salir a caminar en la mañana de fuego. Y que las nubes son tus espejos en déjà vu. Y que ahora que encontré el camino a casa es difícil pensar que las flores se marchitaran. Y el no dejar correr el agua también te lo entiendo.
Porque tu nobleza es tan noble que repentinamente lográs que la gente a tu alrededor se convierta en las palomas que rodean la fuente de tu agua maligna por tan bella. Son un imán mojado. Son inclemencias.

2 comentarios:

Lighten Angel dijo...

Uuuf... Hermoso. Hermoso, fuerte, pesado.
Cuantas verdades, Luc.

Como siempre, encuentro geniales muchas frases.
Creo no equivocarme al sentir que de todos, este es mi preferido (tendré que releer algunos del principio, que también me deslumbraban).
En realidad, no quiero decidirlo. Dejemoslo así:
Me encantó. En un sentido de encantamiento, sobre todo.

Yo ya no escribo... ¿Serán momentos?.
Nunca deja de impresionarme lo loco de la vida.

Te quiero, niño.
Gracias por compartir estas cosas.

Tu ángel.

MM dijo...

"Qué tranquila que me quedo cuando el corazón está latiendo siempre en el mismo lugar"

... tal vez sea el miedo que no permita que mi corazón lata en otro lugar... será que el miedo me cuida el corazón?