domingo, 18 de octubre de 2009

Natalia, sus antes

Pero ella sabe que sabe lo que sabe. Fue antes.
¿Antes qué? El tiempo, el viento, el brillo. Siempre supuse que la vida sería mucho más fácil sin pensar. Para mi mismo. Y sin recibir reproches. Para otros. ¿La vida sin pensar, sería vida? Pero ella sabe que sabe lo que sabe. Fue antes.
La búsqueda siempre Natalia, cuando es a fondo, genera un estado salvaje que no perfecciona al ser o estar. O al estar siendo. Mis complicaciones solo se me complican a mí. Antes. Natalia y antes.
Pero ella. Fue antes. De muchas cosas se supone no saber. Pero ella sabe. Fue antes. Como ella, tan triste, hay muchas personas. Comprendo que daría una sutil alegría reconocer que la tristeza es una pizca más de momentos que serán tuyos. Nuestros. Y ahí está. Pero ella sabe que sabe lo que sabe. Fue antes.
Seremos esa hoja que se desprende y viaja desprejuiciada. Sin pesos, esperando un buen final. Pero ella sabe que sabe lo que sabe. Fue antes. Que yo sepa que la muchacha pinta sus uñas de historias es saber como ayer lo que no quise saber ahora, o mañana temprano.
Pero ella sabe que... fue antes. Refresca o recrea fantasías de amores ancestrales o dibuja miradas con disimulo que refleja astucia o traición. (Pero ella sabe que sabe lo que sabe). ¿Fue antes?
Poder contemplar la melancolía que destroza. Los dientes terminando de pudrirse impunes. Pero ella sabe que sabe lo que sabe. Fue antes. Su piel secándose al sol junto a las cascaritas de cítricos (críticos). Fue antes. Los hombros y hombre que se vencen y se vence y esa fatal sexualidad que llora desconsoladamente en la necesidad de amor. Pero ella sabe que sabe lo que sabe. Fue antes. Después, Natalia antes. Pero ella ¿sabe que sabe lo que sabe? Fue antes de que lo supiera.

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